NANA DEL CONGUITO OLVIDADO


Pobre pobreza,
vivías entre abandonado
en un país abandonado,
pobre pobreza,
hasta la tierra tiene un precio
y el tuyo era el más barato.

Ya no cantará más la nana el suelo,
no llores, mi conguito,
todos los actores, los famosos de la tele
te compran regalos;
todos los países te envían cosas,
cosas con las que nunca has soñado.

Ellos no saben que tú correrás ahora,
igual que cuando corrías descalzo,
les ves desde tu nube blanca,
como otras tantas nubes blancas,
que, de repente, se han endulzado.


Ya no cantará más la nana el suelo,
duerme, mi conguito, ahora descansa,
mañana serás feliz.
Este no era tu mundo, tu mundo,
el de los olvidados, resiste a los olvidados,
tú estás libre de pena, de riqueza y vicio,
tú eres libre y ya no necesitas
lo que no te han dado.

Pobre riqueza,
vivimos entre abandonados
en un mundo abandonado.
Pobre riqueza,
la tierra no tenía un precio
pero nosotros, por dinero, la empeñamos.

AVATAR...es de la vida.


Derviche, cronopio, cheloveco,
hay destellos, chispazos, chisporroteos,
lo que da la nada por un poco de luz…
Cómo se come la oscuridad el tiempo…

Fulanos, ascetas, montaraces,
hippies, brokers, hobbits, elfos,
tantas legiones como acepciones,
tantos propósitos en movimiento.

Moriscos, judíos, nórdicos,
mediterráneos, americanos, medios,
no ver más allá,
sufrir por SU puesto.

Atlantes, trekies, caucásicos,
vascos, bosquimanos, ewoks,
convivir, confluir, conectar,
chocar, luchar, machacar al resto.

Alfas, gammas, betas, deltas y épsilones,
sacerdotes, artesanos, comerciantes, dalits y guerreros,
las estructuras se desmoronan, cae el papa,
tenemos un rey negro.

Nórdicos, latinos, asiáticos,
wookies, seeths, áreos aéreos,
nuestro es el sexo pero no la guerra,
nuestro es el fin pero no los medios.

Y ahora a flipar con Avatar,
que es de cartilla rubio de primero,
todo son efectos especiales,
pero cuando te vas a casa… ¿Qué hay dentro?

ENTENDER LA MUJER


No he llegado a entender la mujer,
ningún tópico me absuelve,
ni siquiera pude pormenorizar su amor,
ni discernir la lucha de la belleza,
quise comprender el por qué al quererla
contratas una deuda absurda que
puede conventirse en pasajera,
no en ese idílico jardín, sino en una cantera.
Siempre confiando en que la mujer me quiera,
más incluso, incluso más seguro,
según siempre dice, que yo a ella.

No he llegado a entender la mujer,
aún tan previsible, anhelando la exclusiva
por encima de todas las demás mujeres “brujas” según ella.
Cuando compartiéndome entero, reclama mi presencia
y mil detalles más de mí que desconozco siquiera,
me pierdo, me pierdo y sufro, la creo y al creerla
me desgarra su creencia.

No he llegado a entender la mujer,
y eso que conocí el Spectrum, y el Amstrad,
leí todos los famosos tomos de Petete
y jugué al dólar y a las canicas (versión güá), y cambié
cromos de naranjito en la plaza Pombo,
y me pasé los dos rombos por la casa de la pradera.

No he llegado a entender la mujer,
en el fondo se que no se presta,
me basta su presencia, su cuerpo, su olor,
su mar de aristas suaves, su sexo,
sus ojos dormidos,
sus labios calma velas,
pero claro, luego me dice que la comparo con muñecas.

No he llegado a entender la mujer,
y definitivamente creo que soy yo,
yo, que nunca fui un gran catador de vinos,
siempre con mi paladar rüin,
disfrutando de las botellas rellenadas de las tabernas,
yo, que nunca he recitado en el Olympia,
pero soy feliz cantando poemas por las aceras.