CANTE


Avenidas de romero,
caminantes que amáis
truenos de tijera
para cortar muda
la coraza de su pecho.
Abríos en canal,
en la cabecera,
en vuestro lecho,
bebiendo locos
el dolor sordo
que se esparce
en vuestro suero.
Bien amáis,
al partir la voz
bien amáis,
cante, que se acabe el mundo,
que se expriman los flamencos
de luto en celo.
Sangre, si salís corriendo,
seguidillas que sangren
alegrías, que vuestros miedos
olviden para siempre
vuestras mitades,
y olvidéis cubríos todos
bajo las cópulas protectoras
de vuestros credos.

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