HOTEL DEL MAR




Dos días frente al hotel del mar,
dos días furtivos en huelga de alma,
luna y lana librando sordas melodías.
Invitado al baile que se baila
en aparente calma…
¿Qué me hace pensar más lejos?
Si todo está siendo y no en mí,
no en la adormidera que me hace lamer el suero
de lo que me viene en gana.

El hotel en el que habitan las derrotas
recoge el último hálito de vida extraña.
Sus clientes suben acechando en la noche
y bajan ávidos de luz cada mañana.
Yo les observo y les cuento como vive
un vampiro tras los estertores de la nada.

Les cuento como muero, la vida pasa,
pero no me escuchan,
unos por dinero repasan la agenda.
Otros por pasión se agotan entre sábanas.

Mientras yo sigo aquí mudo,
tan etéreo,
aunque la eternidad apremie,
detengo el tiempo y descargo mi intención
de inútiles balas.
Al margen de todo,
entre mi lámpara de baja moral y el verde neón del hotel del mar,
musita un particular haz de esperanza.

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