<$$$$$$> EL ABRAZO DE BRONCE



En aquella época la retirada de crédito y la falta de trabajo hizo lacónicos pero efectivos los sueños. La conversión que faltaba no del euro al dólar ni del dólar al euro propició el acertado relleno de otros huecos más etéreos. Comenzaron a dispararse las ventas de libros, sobre todo de poesía, en un mundo casualmente inverso de descenso de comercio. Las gentes llenaron los bares y los parques en una animada algarabía incubando quizá un re renacimiento. Se procuraron de una nueva fe escéptica sin ánimo de religión. Si no podían beber crianza bebían don simón, si no daba para un buen restaurante la soldada se hacían con bocadillos de esperanza y buen humor.
Los ricos siguieron siendo ricos, los tiranos siguieron siendo tiranos, pero el pueblo se unió. Por alguna escasa razón confluyeron los estereotipos apartados, honestos tan en desuso cuando había ánimo de lucro y afán de competición. En las parejas los divorcios cesaron, se quisieron sin un duro. Los cuernos, con más cuidado, siguieron su tradición. Los niños aprendieron a divertirse de nuevo sin la inmundicia pegada al cuerpo de unas zapatillas de marca o el último videojuego de acción. El único lamento ante la falta de acercamiento del amor se resolvió cuando todos se pellizcaron al unísono y en el mismo instante comprendieron que sus cuerpos seguían un paseo compartido entre migrañas y roedores hacia el tan tam de huesos golpeando la piel vetusta del último tambor. Comprendieron que no morirían nunca, porque siendo su espíritu su bien más preciado permanecerán siempre perfeccionando su labor.

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