<$$$$$$> EL ABRAZO DE BRONCE



En aquella época la retirada de crédito y la falta de trabajo hizo lacónicos pero efectivos los sueños. La conversión que faltaba no del euro al dólar ni del dólar al euro propició el acertado relleno de otros huecos más etéreos. Comenzaron a dispararse las ventas de libros, sobre todo de poesía, en un mundo casualmente inverso de descenso de comercio. Las gentes llenaron los bares y los parques en una animada algarabía incubando quizá un re renacimiento. Se procuraron de una nueva fe escéptica sin ánimo de religión. Si no podían beber crianza bebían don simón, si no daba para un buen restaurante la soldada se hacían con bocadillos de esperanza y buen humor.
Los ricos siguieron siendo ricos, los tiranos siguieron siendo tiranos, pero el pueblo se unió. Por alguna escasa razón confluyeron los estereotipos apartados, honestos tan en desuso cuando había ánimo de lucro y afán de competición. En las parejas los divorcios cesaron, se quisieron sin un duro. Los cuernos, con más cuidado, siguieron su tradición. Los niños aprendieron a divertirse de nuevo sin la inmundicia pegada al cuerpo de unas zapatillas de marca o el último videojuego de acción. El único lamento ante la falta de acercamiento del amor se resolvió cuando todos se pellizcaron al unísono y en el mismo instante comprendieron que sus cuerpos seguían un paseo compartido entre migrañas y roedores hacia el tan tam de huesos golpeando la piel vetusta del último tambor. Comprendieron que no morirían nunca, porque siendo su espíritu su bien más preciado permanecerán siempre perfeccionando su labor.

ESCONDIDA DEIDAD

Siempre quise morderte
entre las piernas.
Invadir mis labios
en la tupida entrada
de tu jardín secreto,
saciarme de este sinsabor mordaz
con que hiciste agonizar mis deseos
y amarte, y entre sutilezas
y delicados fines morderte
y hacerte gritar.

Siempre intenté redescubrir
tu losa entre la hojarasca
que cayó del tiempo
y la distancia,
siempre quise mirar hacia dentro
para averiguar si todo había muerto
porque me resistía a aceptar su final.

Siempre quise morderte
entre las piernas,
enjuagar con tu vino mi boca
y embriagar mis sentidos
sin dejar de beberte
hasta olvidar que existo,
y sin existir no dejar
de quemar con tu fuego mi paladar.
Siempre quise morderte
entre las piernas,
sin mirar al cielo
para no abominar su gesto,
sin que nada se interpusiera
entre mi furtivo aliento
y tu escondida deidad.
Siempre quise morderte
entre las piernas,
espirar mis ansias
vislumbrando si mereciste
mis pasiones,
si mereció mi interminable dolor
tu atroz indiferencia,
y aún siendo negativa la respuesta,
saber,… Cuál es tu sabor en realidad.

Por Fin Lunes.



Lunes de escarcha
encharcado en supercherías,
charlotada del bambino de Montmartre
que toca la flauta sorda,
se detiene, chupada, la mira,
hay maradonas para todo,
pero esto no chifla...

Será que soy malo,
que no fui a misa,
que entre tanto follaje
flirteé con la brisa...

Será la pereza de este lunes maldito,
será la ciudad de aventuras roídas,
será la insinuación cultural
propuesta capital que enerva mi patía.
Ese Santander con mirada de perro cojinero
o lamechochos del fascismo postmoderno,
hastío de élites vacías y de hechuras henchidas.

Será que he de irme,
resorte de impaciencia
o losa de parado.
Será lo que no te dije
y no te contaré nunca, porque,
al fin y al cabo...
Vivo en este Santander de furcias
con falsa dote,
de artistas tontosdelculo, de surrealistas
de inexistentes trazos
salivando ante las instituciones
o ante cualquier falso druida,
y yo aún más substraído en tales gestas,
aún más tontoelculo que ninguno,
me voy...
Porque en esta ciudad todos los diás son lunes,
porque yo alguna vez quizá fui martes
y siento tener por fin alma de calendario.

Primeros espasmos en torno al cataclismo.

Arrebolados espasmos
remasterizados en Nashville,
pasan los días húmedos,
pájaros mojados sin canto.

Entrecruzados guiños
frente al espejo empañado,
recabando un rayo de sol
imposible en las catacumbas...

La movida es que no salgo
ni amanezco al mañana,
descubro a veces,
como la vida es mi drama.

Karma, mandala y consuelo,
largo y camino entre legañas,
ruido de fondo, ruido que clama,
volveré a sentir el sol,
se que eso ocurrirá
cuando destape la corteza de mi desgana.